La Presidente se equivoca sobre San Martín




Aseguró que fue masón


Hace pocos días, un grupo de alumnos de una escuela primaria de Córdoba visitó la Casa Rosada y, luego de recorrerla, fue recibido por la Sra. Presidente de la Nación.

Durante la charla, la Sra. Cristina de Kirchner, que estaba de muy buen humor, les preguntó a los niños si sabían lo que es la Masonería; luego de lo cual aportó una breve explicación en la que les enseñó que la Iglesia y los masones no se llevan muy bien.

El tema surgió porque les mostraron a los alumnos cordobeses unas pinturas que están siendo descubiertas en el Patio de las Palmeras, y que habrían sido tapadas con 7 cm de pintura (parece excesivo) durante el gobierno del Gral. Uriburu (1930-1932), por contener, posiblemente, signos masónicos que no agradaron al  ultra católico gobierno de aquel Presidente, Cristina dixit.

Durante su improvisada clase, la Primer Mandatario dijo a los chicos que San Martín era masón. Lo habría sido, si se hubiera sido masón por sólo pertenecer a la Logia Lautaro.

Aunque hay autores católicos como Carlos Steffens Soler (San Martín en su conflicto con los liberales), que afirman que nuestro héroe máximo hizo juramento formal en las logias inglesas, uno de sus biógrafos más importantes, Ricardo Rojas, en El Santo de la Espada, dice "no hay ningún documento para probar que San Martín haya sido masón".

Cabe agregar el testimonio de dos ex-presidentes de la República, que desempeñaron, además, el cargo de Gran Maestre de la Masonería Argentina. Bartolomé Mitre escribió: "La Logia Lautaro no formaba parte de la masonería y su objetivo era sólo político". Lo mismo opinaba Domingo F. Sarmiento.

Como no estamos en condiciones de tomar partido en esta discusión histórica, les dejamos un trabajo referido al tema que puede verse AQUÍ:



 (Publicado por Página Católica)  

Segundo centenario de la batalla de Tucumán



Belgrano y la Batalla de Tucumán

La batalla de Tucumán tiene un significado especial en la causa de la Revolución, dado que frenó la avanzada realista, y es el primer acto del triunfo argentino del norte, del cual el segundo es la batalla de Salta. Más allá de la trascendencia que tuvo la batalla librada en Tucumán el 24 de septiembre de 1812, desde el punto de vista político, también es significativa desde el aspecto militar.

El 24 de septiembre de 1812 Belgrano venció en la batalla de Tucumán, librada en el campo de las Carreras. Con su victoria detuvo el avance de las tropas del virrey del Perú que pretendían sofocar la Revolución de 1810.
  Las batallas de Tucumán y Salta, son las únicas de carácter campal dadas contra los españoles en el territorio argentino. Y esto les da a esos triunfos un significado singular. 1.

Nos referiremos a la batalla de Tucumán. Resulta de sumo interés, el testimonio que aporta el general José María Paz en sus Memorias, acerca de la retirada de Belgrano del norte, después de hacerse cargo de los restos del ejército patrio derrotado en el Desaguadero. Belgrano se retiraba desde Jujuy, en dirección a Tucumán, hacia fines de agosto de 1812. El ejército contaba con sólo 1.500 hombres, casi desorganizado y desprovisto de todo. Por detrás venía en su persecución, el general Tristán, destacado por Goyeneche con un ejército español de más de 3000 hombres.

A pesar que las avanzadas del ejército realista venían picando peligrosamente la retaguardia del ejército patriota, Belgrano se mantuvo sereno y valiente. Con su actitud logró que sus soldados no cayeran en el pánico. En esas circunstancias adversas, era cuando Belgrano mostraba su verdadera estatura moral. Según Paz: “jamás desesperó de la salud de la patria, mirando con la más marcada adversión a los que opinaban tristemente sobre ella”. 2

El valor de Belgrano se reflejaba en su actitud: “era siempre en el sentido de avanzar sobre el enemigo, de perseguirlo; o si era éste el que avanzaba, de hacer alto y rechazarlo”. 3 El triunfo premió a los tropas patriotas en la acción de Las Piedras, el de septiembre de 1812, contra las avanzadas realistas del coronel Huici.

Es importante señalar que Belgrano desobedeció la orden del Triunvirato que le ordenaba trasplantar a Córdoba la fábrica de fusiles que funcionaba en Tucumán, y desmantelar, desguarnecer y abandonar enteramente Tucumán, para establecerse en Córdoba, frente a la avanzada realista. La desobediencia de Belgrano selló la suerte de nuestras provincias del Norte, dado que obedecer las órdenes del Triunvirato, que sólo atinaba a salvar la Capital y su gobierno, hubieran significado la pérdida del norte argentino. Belgrano se debió enfrentar a los enemigos realistas y a las órdenes del gobierno, que actuaba de una manera egoísta. Con su actitud, Belgrano salvó la causa de la Revolución. Y éste es el enorme mérito de esta batalla.

Belgrano simuló tomar un camino que se dirigía a Santiago del Estero, sin tocar en Tucumán. Así, el prócer se propuso engañar a Tristán que creyó que Belgrano abandonaba Tucumán, con lo cual, descuidó las más elementales precauciones de orden militar, dando lugar a la captura en Trancas, de Huici. Belgrano se detuvo con sus tropas en La Encrucijada, lugar cercano a la ciudad de Tucumán, y despachó para Tucumán a Juan Ramón Balcarce, “dándole las más amplias facultades para promover la reunión de gente y armas y estimular al vecindario a la defensa”. 4

El vecindario tucumano respondió con entusiasmo al pedido de Balcarce, y el Cabildo envió una diputación a Belgrano, para persuadirlo a quedarse en Tucumán, y con todo el apoyo de este pueblo, organizar la defensa y presentar combate al invasor. Belgrano consiguió que se le otorgara dinero y gente en cantidad apreciable, por lo cual se dirigió a la ciudad de Tucumán, decidido a enfrentarse con el enemigo. Belgrano contó con doce días para organizar sus tropas. Su plan consistía, como dice Mitre en “esperar al enemigo fuera de la ciudad, apoyando su espalda en ella”, y después, “en caso de contraste, encerrarse en la plaza”. Para lo cual, cuenta Paz que en ella “se fosearon las bocacalles y se colocó la artillería” que no iba a llevarse a la acción. 5.
Los vecinos principales se ocuparon en alistar gente de la campaña para engrosar el ejército, también reunieron caballadas y proporcionaron reses para el mantenimiento de los defensores.

Llegaron contingentes reducidos de Catamarca y Santiago. Así se formaron los cuerpos de caballería de las provincias del Norte, llamados Decididos. Muchos de estos soldados tuvieron que improvisar hasta sus lanzas con cuchillos enastados en palos y tacuaras.
El ejército invasor tuvo que soportar el vacío y el silencio que hallaron a lo largo del camino. Eran hostilizados por las partidas criollas y el 23 de septiembre, el general Tristán, tuvo la máxima sorpresa, al avistar la ciudad de Tucumán y advertir la presencia de Belgrano y su ejército en ella.

El 24 de septiembre se encontraron el ejército realista y el patriota en la batalla de Tucumán, y a pesar de que el ejército realista contaba con 4000 hombres y el patriota con sólo 2000, la suerte sería favorable para los patriotas. Según palabras de Paz, “es el de Tucumán uno de los combates más difíciles de describirse, no obstante el corto número de los combatientes”. Continúa: “Que la izquierda y centro enemigos fueron arrollados; nuestra izquierda fue rechazada y perdió terreno en el desorden, en términos que el comandante Superí estaba prisionero por una partida enemiga, que luego tuvo que ceder a otra nuestra que la batió y lo represó. El enemigo, por consecuencia del diverso resultado del combate en sus dos alas, se vio fraccionado, a lo que se siguió una gran confusión”. 6

Desde el punto de vista estrictamente militar, la batalla se reduce a lo que refiere Paz. Porque lo que sigue, que acaba en victoria, se debió a distintos factores: religiosos, populares, psicológicos, naturales, etc.

A mitad de la batalla, ocurrió algo sobrenatural que contribuyó a desbandar las tropas realistas y a llenarlos de pánico. Fue un vasto huracán que llegó furioso del sur. Según el relato de Marcelino de la Rosa, a quien se lo contaron protagonistas de esta batalla: “El ruido horrísono que hacía el viento en los bosques de la sierra y en los montes y árboles inmediatos, la densa nube de polvo y una manga de langostas, que arrastraba, cubriendo el cielo y oscureciendo el día, daban a la escena un aspecto terrífico”. 7

Otro factor muy importante, además del viento y de las langostas, fue la acción de la caballería gaucha, tucumana en su mayor parte, del ala derecha. Esta llevó su carga sobre el enemigo, de un modo formidable. La caballería enemiga de Tarija, al verlos llegar, se asustó y huyó. Ni la infantería española pudo contenerlos : pasaron por encima y, cuando se dio cuenta, los encontró a su retaguardia. La caballería gaucha al llegar a los bagajes y las mulas enemigas, cargadas de oro y de plata, se dispersaron y se dedicaron a despojar de todo esto a nuestros enemigos. A pesar de las críticas de Paz, quizás esta actitud contribuyó a acobardar al ejército enemigo y a hacerlo retirar, dándose por vencido.

Después del encuentro de los dos ejércitos, reinó la confusión. La infantería patriota quedó dueña del campo de batalla, pero, viéndose sola, se replegó sobre la ciudad., y entró en ella para acantonarse y preparar su defensa. bajo el mando del coronel Eustoquio Díaz Vélez, mientras Tristán con el resto de su ejército llegó hasta la goteras de Tucumán, donde se estacionó como sitiándola. Belgrano, acompañado del coronel Moldes y algunos soldados, fue hasta el Rincón, sin saber los resultados de la acción. Paz va a ser quien se encuentre con Belgrano y le informe que en la ciudad se encontraba fuerte toda su infantería, con lo que Belgrano, conociendo el triunfo de la caballería tucumana, supo de su triunfo.

Tristán tuvo una actitud indecisa. Pero en la tarde del 25, se convenció de que no tomaría la ciudad, y vio que era amenazado de afuera por columnas patriotas que en torno a Belgrano se irían engrosando, por lo que se dio por vencido y esa misma noche emprendió la retirada en dirección a Salta.

Según el historiador Vicente Fidel López esta batalla fue “la más criolla de todas cuantas batallas se han dado en el territorio argentino”. Y eso es para él, “lo que la hace digna de ser estudiada con esmero por los oficiales aplicados a penetrar en las combinaciones con que cada país puede y debe contribuir de lo propio a la resolución de los problemas de la guerra”. 8

Sobre su trascendencia, dijo Mitre: “Lo que hace más gloriosa esta batalla fue no tanto el heroísmo de las tropas y la resolución de su general, cuanto la inmensa influencia que tuvo en los destinos de la revolución americana. En Tucumán salvóse no sólo la revolución argentina, sino que puede decirse contribuyó de una manera muy directa y eficaz al triunfo de la independencia americana. Si Belgrano, obedeciendo las órdenes del gobierno, se retira (o si no se gana la batalla), las provincias del Norte se pierden para siempre, como se perdió el Alto Perú para la República Argentina’’. 9

Fuente: Instituto Nacional Belgraniano


1-Véase : MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, la batalla del pueblo. En: Manuel Belgrano, los ideales de la Patria. Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 1995, p.59.
2-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p.59.
3- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 59.
4- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 61.
5- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op.cit., p. 62.
6- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit.,p. 63.
7- MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 63.
8-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 65.
9-MANUEL LIZONDO BORDA, Tucumán, op. cit., p. 65.

Discurso





 Del Presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano 
Grl Br (VGM) Diego Alejandro Soria
en el Acto de Homenaje al Padre de la Patria
el 17 de Agosto de 2012

En este 17 de agosto, en todos los rincones de nuestra patria los argentinos nos congregamos nuevamente para rendir homenaje al compatriota más grande de la historia, en el día dedicado por la Nación a recordar su figura en el aniversario de su entrada en la inmortalidad.

Este año tenemos un motivo especial para honrar al Padre de la Patria, porque se cumplió el bicentenario de su regreso a su tierra natal, hecho trascendental para el desarrollo del proceso de la emancipación nacional y sudamericana.

San Martín, militar de carrera por vocación, se incorporó siendo un niño al ejército de la Madre Patria, en cuyas filas luchó por sus derechos y su libertad. Pero cuando ya con la jerarquía de teniente coronel se enteró de la Revolución de Mayo, dejó todo para ponerse al servicio de la causa de la independencia. Es conveniente tener siempre presentes las palabras con las que explicó su decisión: “Supe la revolución en mi país y al abandonar mi fortuna y mis esperanzas, sólo sentía no tener más que sacrificar al deseo de contribuir a su libertad”.

Fue San Martín el gran propulsor de la declaración de la independencia y con su plan estratégico continental, que cristalizó en la campaña de los Andes, llevó los principios de la Revolución de Mayo a los países hermanos, a los que emancipó en su gesta libertadora.

El general San Martín es un arquetipo del soldado. Fue un militar competente, formado en el ejército español, en el que se hacía un culto del valor, del honor, del cumplimiento del deber y de la caballerosidad, y en el que adquirió una vasta experiencia en combate.

San Martín llegó a Buenos Aires en marzo de 1812 y ofreció sus servicios al gobierno, que le encomendó la creación de un escuadrón de caballería. El gran biógrafo del héroe, el general Bartolomé Mitre escribió: “El primer escuadrón de Granaderos a Caballo fue la escuela rudimentaria en que se educó una generación de héroes. En este molde se vació un nuevo tipo de soldado animado de un nuevo espíritu…, empezando por un regimiento para crear el tipo de un ejército y el nervio de una situación. Bajo una disciplina austera que no anonadaba la energía individual, y más bien la retemplaba, formó San Martín soldado por soldado, oficial por oficial, apasionándolos por el deber y les inculcó ese fanatismo frío del coraje que se considera invencible, y es el secreto de vencer”.

Las páginas más brillantes de la carrera de San Martín son las de la organización y ejecución de la campaña de los Andes. Movilizó todos los recursos humanos y materiales de Cuyo para formar el Ejército de los Andes y lo hizo sin desatender el gobierno. Esa fuerza debía afrontar un desafío inmenso: cruzar la cordillera y vencer a los realistas en Chile. San Martín formó y dirigió personalmente la instrucción de su ejército y adoptó todas las previsiones para realizar una campaña ejemplar. Le prestó particular atención a dos campos de la conducción completamente descuidados en la época: los que hoy llamamos logística e inteligencia.

Solo su sólida formación militar y su capacidad como conductor le permitieron a San Martín desarrollar con éxito la campaña de los Andes, cruzando la cordillera en tres semanas a un costo muy pequeño, y derrotar al enemigo en la batalla de Chacabuco, dando de ese modo la independencia a Chile.

La organización y conducción de la expedición libertadora al Perú confirman sus condiciones.

Algo en lo que sobresalió netamente el Libertador fue en su liderazgo, basado en su ejemplo personal por su vida austera, su valor en combate demostrado suficientemente en San Lorenzo y Chacabuco, su rectitud, justicia y magnanimidad porque era severo en el mando, pero sabía perdonar, y por la preocupación por el personal a sus órdenes, desde velar por sus condiciones de vida y escuchar al simple soldado que quisiera hablar con él, hasta evitar en lo posible el combate; para él sus hombres no fueron nunca carne de cañón.

Pero aunque San Martín fue fundamentalmente militar, las circunstancias lo llevaron a ejercer el gobierno en Cuyo y después en Perú, y allí se mostró como un gran estadista.

Un aspecto al que le prestó especial atención fue el de la educación. En diferentes ocasiones expresó: “La educación forma el espíritu de los hombres. La naturaleza, el genio….”. “… Esos tiernos retoños, dirigidos por una mano maestra, formarán algún día una Nación, culta, libre y gloriosa”… “Sin educación no hay sociedad. Y los hombres que carecen de ella pueden muy bien vivir reunidos, pero sin conocer la extensión de sus deberes y derechos que los ligan, en cuya reciprocidad consiste su bienestar”.

Entre las medidas dictadas durante su gobierno en el Perú podemos mencionar:

La libertad de los hijos de esclavos nacidos a partir del día de la independencia, con los mismos derechos que el resto de los ciudadanos.

La abolición del tributo que pagaban al gobierno del Rey y los servicios personales a que eran obligados los indígenas.

Aseguró la independencia del poder judicial y el correcto funcionamiento de los tribunales.

Estableció la libertad de imprenta expresando en el primer artículo del correspondiente decreto que todo individuo podía publicar libremente sus pensamientos sobre cualquier materia, sin estar sujeto a ninguna previa censura, aprobación o revisión.

También previó la pena de muerte para los funcionarios corruptos.

Y como nexo entre su desempeño como militar y estadista, encontramos su desobediencia cuando no cumple la orden del Director Supremo de empeñar su ejército contra los caudillos federales del litoral, para ser fiel a su promesa de no desenvainar su sable contra sus compatriotas por razones políticas, así como sus gestiones ante los mismos caudillos para terminar con los enfrentamientos intestinos.

Generoso y fraterno, abrazó la causa americana con el único objetivo de redimir pueblos y respetar sus decisiones al recuperar su soberanía. Y si para ello debió enfrentar a una monarquía española que había perdido el rumbo histórico, lo hizo sin que eso significara romper con la sangre que le venía de sus mayores ni con la tradición. Y al hacer la guerra, la empeñó limitándola en sus efectos destructores, realizándola con la sumisión de la espada a la inteligencia.

Este San Martín es el modelo, el ejemplo que los argentinos podemos ofrecer al mundo y no resulta difícil hacerlo porque para ello no es preciso ocultar nada ni justificar actitudes o situaciones poco edificantes.

Quiero terminar estas palabras repitiendo lo que expresara el gran educador José Manuel Estrada sobre el Padre de la Patria:

"Fue grande en las fatigas marciales y en el fragor de los combates; pero no lo admiréis sobre su pedestal guerrero de pendones debelados y rotos atambores. Es más grande en aquel día, cuyo igual no ha vuelto a brillar para la América, en que abdica ante los representantes del Perú el poder de que le invistieran el prestigio de su nombre y la gratitud de los pueblos. Es más grande cuando niega su espada a la guerra civil y su pecho a la ambición. Es más grande, cuando en la víspera de la última lid cede a Bolívar el último laurel. Es más grande, en fin, por sus inmolaciones patrióticas, por su elevación moral, por la virtud de vencerse a si mismo, y perderlo todo por la Patria, menos su gloria por ser nuestra”.

Grl. Br. VGM D. Alejandro Soria