Campo
de gloria
Carlos
Obligado
Allá
al fin de la Vuelta, donde ya por vez última
Refleja
el Paraná campesinas barrancas,
Gira
en hondos remansos, y sesgado al oriente,
Por
el dédalo isleño se desliza hacia el Plata,
Viejo
campo de gloria la heredad solariega
Tiende
en prados y bosques y tersura de aguas,
Donde,
pronto hará un siglo, combatientes heroicos
Defendieron
la Vía primordial de la patria.
Si
en defensa del paso, baterías ligeras
Tuvo
el jefe argentino que oponer a la escuadra,
No
apocó a sus valientes esa lucha imposible
Del
cañón de marina y el cañón de campaña.
Y
alza aquí su baluarte, cierra ahí nuestro río
Con
la triple cadena de su puente de barcas,
Y
contiene a las naves con tormenta de fuego
Mientras
queda un soldado, y un cañón, y una bala…
¡Pasa,
quilla extranjera: será breve tu orgullo!
Del
arrojo tremendo, del martirio sin tacha,
Diga
sólo la Historia. “Fueron mil defensores,
Y
quinientos, aquí, para siempre descansan”…
¿Qué
importa que los héroes arbolaran tu insignia,
Roja
Federación que ese día eras santa?
¡Vergüenza
al argentino que no estuvo, en su hora,
Con
el “tirano” criollo frente al gringo pirata!
Hoy,
pacíficas naves van por ti, río inmenso,
Y
apoyáis altos muelles, nemorosas barrancas,
Que
a colmar las bodegas, para el hambre del mundo,
Desde
aquel llano fértil al canal se adelantan.
Nada
es eco de antaños, ni recuerda que un día
Fueran
campo de horror estos campos de gracia.
Sólo,
acaso, el labriego, su azadón virgiliano
Mella
en huesos antiguos y en herrumbre de armas.
Ni
más piden los bravos, su laurel ya ceñido,
Pues
cayeron en pro de la tierra sagrada,
Y
hoy, llamada a respeto, sabe la ávida Europa
Que
no es cosa de nadie nuestra próvida Pampa.
Mas,
la Patria no olvide que allanó a su bandera,
Con
derrota fecunda, la victoria cercana,
Esa
hueste indomable que luchó en Obligado
Y
que duerme a la sombra de una cruz solitaria…
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